Ciertas normas de higiene son fundamentales, pero obsesionarse con ellas y con el orden no. La higiene y el orden deben servir para garantizarnos bienestar y facilitarnos la vida, esto tiene que ver con rutinas cotidianas, si se convierten en rituales ya no son favorables, sino que se han convertido en un problema. En ese momento nuestras conductas de limpieza y orden ya no buscan que no enfermemos sino reducir la ansiedad que nos provoca pensar que podamos enfermar porque algo no esté completamente limpio. Piénsalo, parece lo mismo pero no lo es.